domingo, 31 de marzo de 2013

Rajastán (II): Jodhpur y Jaipur

Dejamos Jaisalmer en autobús con dirección a Jodhpur (a casi 300 kilómetros, unas 6 horas). La verdad es que el autobús era mejor de lo que me esperaba. Era un autobús-cama (sleeper bus) con unos compartimentos para tumbarse en la parte superior y abajo se va sentado. Como era temprano pero no tanto como para ir durmiendo, cogimos asientos simplemente, pero creo que sería una opción cómoda para viajar. El autobús se fue llenando poco a poco durante el viaje e incluso paraba en mitad de ninguna parte a recoger más gente y muchos acabaron viajando de pie. En algunos lugares se acercaron vendedores a las ventanas a ofrecer comida y bebida. 


Jodhpur era en principio una parada técnica, ya que nos dirigíamos después en tren nocturno a Delhi a recoger a unos amigos para ir a Jaipur. Lo cierto es que me arrepentí un poco de haber dejado tan poco tiempo para visitar este sitio en el momento en que subimos al Fuerte Mehrangarh, a mi juicio, uno de los más bonitos de Rajastán y uno de los más grandes de India.

Lo que hicimos primero fue ir al hotel Pal Haveli para reservar mesa en su restaurante Indique, que tenía muy buenas recomendaciones y que está en una azotea desde donde se ve al atardecer sobre Mehrangarh. Así de paso, dejamos allí las mochilas para poder viajar más ligeros. Para subir al fuerte hay que hacerlo en rickshaw, está un pelín lejos, así que trata de que no te pidan precios exagerados. Arriba hay un puesto donde venden agua, cosa que agradecimos.

De lejos parece bastante normal, pero de cerca impresiona mucho por la altura de la construcción. 





Dentro se pueden encontrar unos señores disfrazados con los que puedes hacerte fotos.







Aunque se conoce a Jodhpur como la "ciudad azul" este color sólo se aprecia en algunas partes de la ciudad.

Vista desde el Fuerte Mehrangarh




Tras la visita al fuerte, los conductores de rickshaw pedían precios desproporcionados para volver a bajar a la ciudad, mucho más de lo que nos había costado subir, así que lo que hicimos fue abandonar el aparcamiento por nuestro propio pie y salir a la carretera donde inmediatamente paró uno que nos bajó por un precio mucho más ajustado.

Pasamos la tarde en la plaza del reloj, donde aprovechamos para hacer algunas compras antes de ir a cenar.




Tras disfrutar del atardecer y de la cena fuimos a la estación para coger el tren nocturno. Dado que nos ofrecía más seguridad ir en un compartimento cerrado, elegimos viajar en primera clase. Teniendo en cuenta lo que son los trenes indios, primera es casi un lujo, pero claro, en otros países no se merecería tal calificativo. No obstante, te dan tu paquete de sábanas y toallas, te traen mantas y almohadas e incluso hay un lavabo dentro (el cual por razones de higiene utilizamos poco porque tenía bastante mala pinta) y hay aire acondicionado, hasta el punto que pasé incluso frío.


Jaipur
Voy a obviar por el momento la parada en Delhi, para así acabar con el último lugar de Rajastán que visité. De manera que pasamos de la "ciudad azul" a la "ciudad rosa", llamada así por el color rosáceo de los edificios de la ciudad, aunque no muchos eran así en verdad o a mí me parecieron más anaranjados. 

Como dije anteriormente, tras haber visitado Udaipur, Jaisalmer y Jodhpur, Jaipur me impresionó más bien poco.   Ya me habían advertido de que esto podía pasarme y sin negar que Jaipur tiene su encanto, no me pareció tan fascinante como los otros lugares. La ventaja de Jaipur es que está más cerca de Delhi (a menos de 300 kilómetros) que otras ciudades del Rajastán, por lo que muchos turistas hacen el triángulo: Delhi-Jaipur-Agra sin adentrarse más en la región. 

Hawa Mahal o Palacio de los Vientos desde el interior
Hawa Mahal o Palacio de los Vientos por el exterior

En Jaipur nos alojamos en Vinayak Guest House por su cercanía a la estación (son unos 10 minutos andando). Tiene una azotea donde se puede desayunar de forma relajada. El dueño fue bastante amable también y nos proporcionó bastante información. Nos recomendó un conductor de rickshaw que, según él, había atendido a una turista británica y había quedado muy satisfecha porque le hizo un tour de todo el día por la ciudad. No sabemos si era verdad o eran amigos pero aceptamos. Como perdí mis notas de gastos no puedo decir ahora el precio que fue. Lo cierto es que el señor fue muy amable y nos contó muchas cosas. Nos llevó primero a la Victory Tower, donde puedes subir y ver un panorama de la ciudad. 





De ahí fuimos a otros lugares, como Jantar Mantar, un observatorio astronómico al cual no entramos porque ya habíamos visitado el que hay en Delhi; Jal Mahal, en un lago; Gaitore, un templo donde están enterrados personas de la realeza de Jaipur y el Fuerte Amber, el cual se considera la joya de la ciudad.

Jal Mahal
Museo Albert Hall
Gaitore
Gaitore
El Fuerte Amber me pareció increíble por fuera pero por dentro me dijo poco, ya que al contrario que otros fuertes que habíamos visitado en el Rajastán, está más bien vacío. Cuando visitas monumentos de este tipo y ves las salas decoradas con el mobiliario o de una forma similar a la original creo que se disfruta muchísimo más. Además daba un poco de mala impresión porque dentro olía mucho a pis y muchas paredes estaban rayadas con los nombres de los visitantes, a pesar de que estuviera prohibido.





Para subir la colina puede hacerse en elefante o caminando, que es gratis. Había muchos grupos escolares de excursión, que se acercaban a saludarnos o presentarse; fueron bastante simpáticos. 


Tras este recorrido y aún dejando algún sitio que pintaba bien, como el Templo de los Monos, le pedimos al conductor que nos llevara de compras. Como no teníamos mucha idea, él nos recomendó ir a unas tiendas supuestamente más baratas porque estaban lejos de los lugares turísticos. Estuvimos mirando zapatos y otras cosas pero no compramos apenas nada porque parecía que no era tan barato como había asegurado, así que empezamos a sospechar que quizá él se llevaba algún tipo de comisión.

De ahí nos llevó a lo que sería uno de nuestros primeros desencantos con India. Era un sitio donde hacían telas, al parecer, tal y como nos enseñaron era una especie de asociación, nos sacaron una carpeta llena de papeles que así lo demostraban, diciendo que hacían buenas obras, que ayudaban a la gente y tal. Hasta ahí todo bien.

En la tienda pedimos ver algo de ropa, un kurta (una especie de camisa de manga larga que llega hasta las piernas). Nos sacó unos que eran de muy mala calidad, aunque baratos, así que pedimos algunos un poco mejores. El dueño nos dice que el precio eran 7.500 rupias (108 euros) por un kurta que era precioso, todo sea dicho, pero el precio ya nos pareció desmesurado, ya que un kurta normalmente cuesta bastante menos de 1.000 rupias. Obviamente por ese precio no íbamos a comprarlo pero mirándolo con cara de pena nos damos cuenta de que tiene una pegatina que dice: "Rs. 650", o sea 650 rupias (9,3 euros) en el formato típico de expresar los precios aquí. Le decimos al señor: "Perdona, pero aquí dice que son 650" y nos dio una serie de excusas muy poco convincentes, diciendo que era el número de referencia y otras cosas semejantes, vamos mintiéndonos en nuestra cara. Así que, desde luego, se nos quitaron las ganas de colaborar en nada con ellos. Porque, aunque ya sabes que de primeras el precio que te van a dar es el doble o el triple de lo que vale (aunque con el regateo todo es relativo esto de la economía), no te esperas que te pidan diez veces más y que encima cuando lo descubres de una forma tan evidente en vez de pedirte disculpas, porque por 650 rupias desde luego lo hubiéramos comprado, intenten dejarte por imbécil.



Para terminar la noche probamos a ir al famoso cine Raj Mandir para ver una película de Bollywood. Haciendo cola conocimos a unas británicas, con las cuales volveríamos a coincidir por casualidad en la otra punta del país, en Varanasi. Pero tuvimos mala suerte y las entradas se agotaron, así que lo dejamos para otra ocasión. 



Unos indios nos recomendaron ir a Chokhi Dhani, un resort al aire libre donde había cena y espectáculos, pero la verdad que después de probarlo consideramos que no merece la pena porque la comida (Thali) no era buena, los shows bastante cutres y encima estaba muy lejos. 

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